martes, 26 de junio de 2007

Un estudio sobre Patricio Bustamante


Por Rigoberto Sánchez Azcona

Merde, caca, shit, ¿la vida tiene sentido?, nos interroga sin pudor y con lividez Patricio Bustamante, fundador y exponente más representativo del Paleolítico Contemporáneo, movimiento plástico que si bien ya no pugna por lograr el reconocimiento entre las masas y otros farináceos ornamentales, aún no alcanza plena aceptación en los círculos más conservadores de curadores y galeristas del país.
Artista de vanguardia, Bustamante sentenció a muerte al arte contemporáneo latinoamericano, harto —en sus palabras— de que "el establishment artístico se niegue a evolucionar hacia la única dirección posible, aunque ésta simule ser un retroceso. La tierra está muerta, el arte es un déjà vu, volvamos a bailar frente a las hogueras”. Hogueras de las vanidades, de los egos, de la estima elevada en exceso, de la zalamería, hogueras de la perdición y el lamento que pretenden eternizarse in saecula saeculorum.
Así, una vez más, Patricio Bustamante nos da un cachetazo en los carrillos, nos insufla el alma para luego pincharla con un alfiler y aniquilar la pedantería que sale flotando como gas, devolviéndonos a lo elemental, reduciéndonos a unas pocas líneas y trazos ora firmes, ora temblorosos, ora especulativos, ora simplistas, ora predecibles, ora representativos de toros, bisontes y otros animales de cacería. Porque la obra de Bustamante es fortuita. Como bien lo explica Francis Bacon acerca de su obra, que si bien no guarda ninguna similitud formal con la de Bustamante, sí la tiene en lo esencial:

It came to me as an accident. I was attempting to make a bird alighting on a field. And it may have been bound up in some way with the three forms that had gone before, but suddenly the line that I had drawn suggested something totally different and out of this suggestion arose this picture. I had no intention to do this picture; I never thought of it in that way. It was like one continuous accident mounting on top of another.

Todo en Bustamante es accidental pues, como Bacon, no puede dar en el blanco con la idea que quiere representar, pero gracias a la rebeldía de su espíritu logra vencer esa falta de pericia y se convierte en el fundador de una de las escuelas artísticas más vanguardistas del momento.
El déjà vu existencial que promueve Bustamante (ab irato, corpore insepulto) a través del Paleolítico Contemporáneo no es otra cosa que, por un lado, una provocación mare mágnum, y por otro, una constante variación, un mutatis mutandis; en otras palabras, un síntoma de la contradicción de nuestro tiempo, ya no a través de una náusea existencial incontrolable y sin alka-zeltser que la remedie como la de Sastre, sino tan sólo un ligero empacho causado por tanta fantochería artística.
Es por eso que el Paleolítico Contemporáneo se manifiesta activamente contra lo aparentemente minimalista, devolviendo el arte visual a sus orígenes, haciéndolo de una manera supra minimal, ora en cavernas, ora en cuevas, ora en rendijas, ora en pozos ciegos, pues el artista de todo se vale a la hora de expresar su desprecio hacia lo kitsch y su contraparte, el minimalismo prolijo y falso, que abundan en el arte contemporáneo de Latinoamérica.



Patricio Bustamante (Chile, 1958). Exposición “Baticuevas de la memoria”, del 27 de junio al 15 de julio de 2007 en la Galería Alfonso Prado, Oaxaca (MX).

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