En el año 1542, el célebre investigador Alexandre Kubit descubrió accidentalmente un documento manuscrito sobre roca con algo similar a un cincel o una uña potente de pequeño roedor, que podría ser el primer documento autobiográfico de una especie animal: el lemming. Cinco siglos más tarde, el misterio se revela.
De acuerdo con estudios de carbono 14 y de Raxos X, la obra encontrada por Kubit no se trataba de una falsificación. Aunque inicialmente fue muy mal recibida su teoría de que había sido obra de un célebre lemming que vivió en los prados de Europa hacia el siglo XIV y que habría sido el responsable de crear el mito del suicidio en masa de estos roedores, los estudios científicos de su época rechazaron esta posibilidad. Casi quinientos años después, la ciencia moderna asintió tímidamente a la explicación de Kubit, sin corroborarlo del todo, por miedo a las críticas y el rechazo social. Sin embargo, en el año 2003, la revista Nature dedicó un número entero para demostrar por medio de pruebas contundentes que efectivamente el lemming Arthur McCarty, de origen escocés, fue el creador del mito y del texto. Más allá del asombro que causó el hecho de que un animal se diera a la labor intelectual de dejar registro de sus pensamientos por medio de la escritura, no deja de sorprender la delicadeza y profundidad de sus palabras, llenas de un misticismo casi monástico.
“Sentados. Sentados. Silencio. Sentados. El mar ruge a la distancia pero no puede atraparos. Sentados en silencio conversando con la voz interior. Sí, esa que os dice las verdades, que les canta las verdades con dulce voz de misericordia por sus pobres almas. El ser interior. Escuchad, escuchad el sonido de la voz interior ahora mezclada con el rugido del mar. Sentados en silencio la voz se precipita hacia lo hondo del alma. Ahora, levantaos, levantaos. Escuchad. Decidle a la voz interior que le ordene a vuestras piernas levantarse y dar unos pasos hacia el abismo. Caminad. Caminad en dirección al viento, de donde se oye el rugido del mar. El mar os llama, es la voz interior. Caminad hacia la orilla. Apoyaos en la nada, dad el primer paso los que van bien adelante. Los que están más atrás no temáis por los que caen, por los que lanzan su último suspiro hacia el vacío. Ahora, ordenad a vuestro ser interior: 'necesito levantarme y dar unos pasos en dirección al viento', caminad con los ojos bien abiertos, sin temor. Corred, corred. El precipicio, ¡oh!".
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